Menor en el albergue escolar indigena ubicado en la comunidad rarámuri de Baquechi, en Chihuahua, donde es casi nula la asistencia de menores a clases, pues no entienden el idioma español.
Cuatrocientos niños que deberían asistir al albergue escolar indígena, instalado en esta comunidad para tomar clases de primaria y secundaria, no han aprendido a leer y escribir porque los maestros asignados no hablan la lengua rarámuri para enseñarles en su lengua materna; tampoco trabajan los cinco días de la semana porque se van a sus lugares de origen, denunció el primer gobernador de Baquichi, Patricio Chávez.
Llegan el lunes en la tarde y se van el jueves, nomás dan clases tres días. Los niños y jóvenes no le entienden al maestro porque les habla en castellano, no quieren venir a la escuela y no saben escribir ni leer. Hay maestros bilingües desde hace cuatro o cinco años, pero no nos atienden las presidencias municipales de Carichíc, de Cuauhtémoc y de Chihuahua, dijo.
En esta comunidad funciona un albergue escolar indígena, que debe atender a los niños de las rancherías, donde viven unas 500 familias rarámuris, la mayoría con un promedio de seis hijos, y buena parte en edad de cursar educación básica. Poquitos están en el albergue. Nomás llegan 60 o 66; vienen por comida, porque no aprenden nada, no entienden castellano, señaló.
La denuncia del gobernador tradicional de Baqueachi fue respaldada por los padres de los niños que no asisten a la escuela. Noris Bustillos tiene dos en edad de asistir a la primaria. Ninguno sabe leer ni escribir porque el tiempo en que fueron a la escuela no entendían al maestro. Tampoco hablan suficiente español y apenas conocen algunas palabras y se comunican con señas.
Rosalinda y Valentín Ramírez también tienen hijos en edad de ir a la escuela. Su hija de 15 años no sabe leer ni escribir. Tampoco otros dos niños de 10 y 8 años. Los hijos pequeños de Patricio Chávez se salen del albergue a cada rato, a pesar de que el padre los obliga a ir a la escuela; no quieren venir, no entienden nada.
El gobernador indígena recordó que por más de 30 años no supo leer ni escribir; ya de adulto descubrió que es la única forma que tiene de entender todos los papeles y trámites para buscar solución a los problemas de la comunidad, entre ellos los litigios agrarios para defenderse de la invasión frecuente de los ganaderos mestizos a las tierras ejidales.
Además del analfabetismo de los niños rarámuris de Baqueachi, dijo, está el problema de haber perdido las becas del programa Oportunidades que les daba el gobierno federal a sus padres como apoyo social para atender las condiciones de pobreza alimentaria en que viven las mayoría de las familias. Lamentó: Ya no hay boleta, no hay comprobante para Oportunidades.
La Jornada.unam.mx
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